La zorra y el leñador, versión Clonaldo

jueves, julio 19, 2007

Había una vez-tia, que trabajaba de patovica en un boliche y le daba duro a la creatina, ¡pero qué diice! De repente, ve a una zorra (para no decir otra palabra) ¡pero qué diiice!, que estaba siendo perseguida por una patota. La zorra, que como Máxima era Zorra-igueta, ¡pero qué diiice!, lo ve al patovica y le dijo: “¡Hombre malo, me persigue una patota, escóndeme en el boliche!”. Y el patovica la dejó pasar y ella se escondió en el baño de mujeres.Al toque llegó la patota y uno de ellos le encaró al patovica: “¿Cumbia, uón?, ¿has visto a una bella zorra-igueta? ¡pero qué diiice!”. El patovica, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba el baño de mujeres donde la zorra-igueta se había escondido.Los patoteros, al tener su mirada enceguecida en la zorra-igueta, no comprendieron las señas de la mano patovica y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra, o sea, en el “nou, itisen”, ¡pero qué diicee! Entonces, el patovica jefe dijo: “¿Cumbia, uón, otra vez se nos escapó?”. Y se las tomaron.Entonces la zorra salió acompañada, porque las mujeres nunca salen solas del baño de mujeres, ¡pero qué diiice!. Al pasar por la puerta del boliche, le cortó el rostro al patovica; esté se cebó y le reprochó a ella porqué después de haberla salvado no le dijo “¡gracias, totales!, chan chaaan” (¡pero qué diiice!), a lo que la zorra-elgueta, que se llamaba así porque era una zorra-igueta sanjuanina, ¡pero qué diiice!, le respondió:“Hombre malo, te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo”.Moraleja: la zorra de Morales, se aleja, ¡pero qué diiice!Moraleja: de nada sirve ir al gimnasio y tomar creatina si a la hora de enfrentar la verdad, la verdad te debilita. Dicho con palabras de doña Rosa, “entre lo dicho y lo hecho, hay mucho trecho”.

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